Game over, Bitcoin: Buscando la moneda digital con valores humanos

Aunque, como demostración de concepto, se trata de un ejemplo extraordinario, hay quienes alegan que la cripto-moneda distribuida Bitcoin tiene serias carencias como alternativa viable al sistema monetario. Ha llegado el momento de que los monetaristas verdaderamente radicales vayan más allá de este experimento técnico para avanzar hacia el siguiente nivel de la  revolución monetaria: un sistema monetario digital basado en las necesidades humanas.

Desde su lanzamiento en el 2009, Bitcoin ha pasado de ser un proyecto cripto-anarquista a ser un candente tema de debate en la red y fuera de ella. Desde las casas okupas londinenses, hasta el barrio Kreuzberg  de Berlín, no es que todo el mundo esté pagando con Bitcoins, pero todo el mundo está hablando de ello.

El Bitcoin puede ser descrito como una cripto-moneda entre iguales, o P2P. Es decir, se trata de un sistema monetario distribuido que facilita transacciones anónimas y relativamente seguras sin necesidad de una autoridad centralizada. En lugar de emitirse a través de un sistema bancario opaco, son los propios usuarios de Bitcoin quienes generan la moneda a través de un software de código abierto y un algoritmo inteligente que facilita la seguridad y anonimidad de todo el sistema distribuido. Como resultado, no hay necesidad de una autoridad central que gestione el Bitcoin. El sistema se controla a sí mismo.

Infografía traducida por Matheus Frik

Todo el mundo está de acuerdo en que Bitcoin, desde un punto de vista técnico, es una prueba de concepto excepcional y que ha conseguido despertar conciencia sobre las imperfecciones del sistema monetario actual. La cuestión es si Bitcoin es capaz de dar solución o no a estos problemas. Cada vez hay más economistas prominentes y activistas que dicen que no.

 

Un sistema diseñado para crear billonarios de Bitcoin

El Bitcoin se enfrenta a dos tipos de crítica. La primera es técnica: el Bitcoin es una moneda anónima y sin supervisión, algo que puede llegar a ser muy útil para traficantes de droga, vendedores de armas o cualquiera que negocie en el mercado negro. Sebastiano Scròfina, el fundador de Dropis, ha enumerado una serie de críticas adicionales, pero la mayor crítica no es de carácter técnico sino económico y tiene que ver con la concepción del Bitcoin como moneda.

«El Bitcoin está diseñado por gente que cree en cierto tipo de economía, está concebido para ser como el oro, para favorecer su atesoramiento». Michel Bauwens, P2P Foundation

Podría decirse que el Bitcoin es una moneda deflacionaria, o incluso una mera «mercancía virtual». Al igual que el oro, el Bitcoin deriva su valor de la escasez — la circulación de Bitcoins está limitada a 21 millones de unidades. Aunque los libertarios y defensores del patrón oro ven esta escasez como una ventaja, resulta problemática para muchos. El prestigioso economista griego Yannis Varoufaki ha publicado recientemente un estudio muy inteligente sobre los problemas que esto suscita:

«En términos sencillos, si el Bitcoin tiene éxito y penetra en el mercado, una cantidad creciente de nuevos bienes y servicios se intercambiarán en Bitcoin. Por definición, el ritmo al que se incrementará esa cantidad será más rápido que el incremento en la cantidad de Bitcoins. En resumen, una cantidad restringida de Bitcoins estaría intentando seguirle el paso a una cantidad creciente de bienes y servicios. De esta forma, la cantidad de Bitcoins disponibles por unidad de bienes o servicios caería, causando la deflación».

Y eso, según Felix Salmon, no es nada bueno:

«La inflación es mala, pero la deflación es aún peor. El motivo es que nadie gasta dinero en una coyuntura deflacionaria ya que todo lo que quieras comprar va a ser más barato en cuestión de días o semanas. La gente acumula el dinero y solo lo gasta, a regañadientes, en necesidades absolutas. Desde luego que no se lo van a gastar en contratar  a empleados —da igual lo productivos que sean, sigue siendo más beneficioso agarrarse a ese dinero y no pagarle nada a nadie».

Expresado de otra manera, como las unidades de Bitcoin se están creando a un ritmo cada vez más lento mientras que aumenta el número de usuarios de la moneda, el valor de cada unidad siempre irá en alza. Por tanto, los nuevos usuarios tendrán una parte proporcional menor de la masa monetaria, a menos que sean lo suficientemente ricos para comprar Bitcoins a cambio de monedas oficiales.

«Bitcoin sirve para crear asimetría y desigualdad donde antes no la había», concluye la periodista del Financial Times  Izabella Kaminska. «Es un sistema diseñado para crear millonarios de Bitcoin».

 

 

La élite del Bitcoin: 78 entidades

Los millonarios de Bitcoin no son ningún mito. Al examinar la totalidad del gráfico de Bitcoin (pdf) desde el 12 de julio de 2011, los investigadores Dorit Ron y Adir Shamir han llegado a una serie de conclusiones reveladoras. Primero, estimaron que un 59,7% de las monedas Bitcoin están inactivas, lo cual significa que la mayoría se están ahorrando en vez de gastarse en el sistema. En segundo lugar, averiguaron algo aún más interesante: que un 97% de las cuentas de Bitcoin contienen menos de 10 unidades, mientras que un reducido grupo de 78 entidades están amasando más de 10.000 Bitcoins. Por último, los investigadores identificaron solo 364 transacciones que superaban los 50.000 Bitcoins. Su análisis concluye: «Todas estas grandes transacciones surgieron como consecuencia de una sola transacción llevada a cabo en noviembre del 2010».

Tabla 3. Distribución actual (13 de Mayo, 2012) del balance de Bitcoins por entidad y por dirección

En resumidas cuentas, existe un pequeño grupo de afortunados que controla la gran mayoría de los Bitcoins del mundo. ¿Pero de quién se trata? Las investigaciones de Sergio Lerner sugieren que uno de los millonarios de Bitcoin no es otro sino el enigmático Satoshi Nakamoto, supuesto inventor de esta cripto-moneda. Dado que Nakamoto fue, sin lugar a dudas, el primer usuario en realizar una transacción en Bitcoin, Lerner ha podido rastrear toda la actividad de la cuenta de éste. Lerner concluye que Nakamoto debe de poseer unos 980,000 Bitcoins, el equivalente a unos 110 millones de dólares según el índice de cambio actual. Si no sabes muy bien qué pensar de todo esto, aquí está la opinión de Julian Assange sobre el asunto:

«Esto significa que tendrías que introducirte en el sistema de Bitcoin ya mismo, cuando aún es pronto. Es mejor ser uno de los primeros usuarios,  porque algún día, tus Bitcoins tendrán un valor enorme».  Julian Assange, Junio 2011

 

 

¿De qué manera va a ayudar el Bitcoin a los griegos?

«¿De qué manera va a ayudar el Bitcoin a los Griegos?» pregunta Scròfina con escepticimo. Se supone que una moneda P2P (entre iguales) debería ofrecer algo más ante la desigualdad económica.

El economista griego Yanis Varoufakis llega a la conclusión de que el concepto de una «moneda apolítica  capaz de ‘energizar’ una sociedad industrial avanzada» es una fantasía:

«¿Sería posible calibrar el suministro de Bitcoins a largo plazo de tal forma que compensara sus efectos deflacionarios, a la vez que inclinamos la balanza de la demanda especulativa a la demanda de transacciones con Bitcoin? Para lograrlo, se necesitaría un banco central de Bitcoin, lo que, por supuesto, echaria por tierra el propósito de tener una moneda digital totalmente descentralizada como el Bitcoin».

¿Significa esto que no hay futuro para el ideal de una moneda descentralizada? No todos los detractores de Bitcoin están de acuerdo.

La Fundación P2P de Michel Bauwens fue uno de los primeros organismos en utilizar el Bitcoin, pero Bauwens decidió, sensatamente, retirar su apoyo a la moneda digital y expresó  duras críticas durante una presentación en OuiShare Fest, en Mayo del 2013. No obstante, a diferencia de Varoufakis, sigue siendo optimista:

«Gracias Bitcoin por haber hecho esto, porque ahora podemos hacer algo mejor»  Michel Bauwens, Fundación P2P.

La declaración recibió un gran aplauso por parte del público, reflejando dos días de intensas discusiones en torno a monedas virtuales y un consenso generalizado sobre la necesidad de crear nuevas alternativas.


(Pulsar sobre el rectángulo en la parte inferior derecha para activar los subtítulos en español)

 

Después de Bitcoin y más allá de la escasez

En uno de los debates sobre monedas virtuales celebrados en el OuiShare Fest, todos los partícipantes estuvieron de acuerdo en que las monedas del futuro deberían estar basadas en la confianza y ayudar a la economía real. Pero, ¿por dónde empezar?

«Tenemos que desmantelar la idea de que el dinero ha de ser una mercancía, o un valor acumulable a largo plazo», explica Dropis Scròfina. En estas interesantes diapositivas, Scròfina argumenta a favor de un sistema monetario de post-escasez.

Un análisis mayormente compartido por Izabella Kaminska: «Tenemos que dejar de pensar en términos monetarios, tenemos que fijarnos en la riqueza real que nos rodea. El crecimiento general de la calidad de vida en el mundo. El valor ya existe, pero necesita una distribución mejor».

Al igual que Varoufakis, Kaminska cree que esta distribución es responsabilidad de las instituciones públicas, pero ¿podría llevarse a cabo con una moneda descentralizada y apátrida?

Existen muchos proyectos de monedas digitales alternativas que están intentando lograrlo. Freicoin y Litecoin, por ejemplo, son dos proyectos derivados del código fuente de Bitcoin pero con diferencias tangibles. Litecoin tiene una mayor masa monetaria (hasta 84 millones de unidades) y, por tanto, es más fácil de minar, mientras que Freicoin («Moneda Libre» en alemán) se puede expandir hasta 100.000 unidades. Además, Freicoin lleva una tasa de demora incorporada: las monedas pierden un 5% de su valor todos los años. En su página web explican:

«La tasa de demora obliga a que toda la acumulación de capital circule, independientemente del afán de acumulación de los más ricos. Dado que la sobrestadía de divisas funciona a modo de impuesto sobre dinero estancado, banqueros, financieros y corporaciones no pueden seguir amasando fortuna a la espera de un incremento en los índices de interés o un clima de inversión más favorable. El dinero está perdiendo valor continuamente, con lo que se incentiva a gastarlo lo antes posible en las necesidades de la vida o invertirlo en proyectos a largo plazo que también estimulen el crecimiento de la economia verdadera, creando empleo en el proceso».

Mientras escribía este artículo, me han hablado muchas veces de otro proyecto llamado Ripple.  Ripple no es sólo una moneda virtual, es, por encima de todo, un protocolo de pago que se puede utilizar con cualquier moneda como el Bitcoin, o incluso el Euro o el Dólar. Ripple realza los sistemas de pago P2P basados en redes sociales existentes, transformándolas en redes de confianza y rutas de transacciones.

El proyecto francés Open Universal Dividend Currency (Moneda Abierta de Dividendo Universal u Open UDC) es incluso más radical. Durante su presentación en el OuiShare Fest, Michel Bauwens nos recordaba: «¿Con quién realizamos ese intercambio P2P en Bitcoin? Intercambiamos con el ordenador». Open UDC, en cambio, opera de forma totalmente opuesta.

Al igual que Bitcoin, Open UDC es un protocolo de moneda descentralizada que impide el doble gasto y el fraude. Pero lo que distingue a esta moneda es el hecho de que cada miembro recibirá periódicamente un dividendo de igual cantidad, una especie de renta básica. ¿Cómo funciona? A diferencia de otras monedas digitales que incorporan una renta básica, como el OCCCU, la moneda alternativa de Occupy Wall Street, ni siquiera necesita recurrir a la tasa de demora o a impuestos para repartir dinero. Open UDC sencillamente se dedica a emitir el dinero «de la nada» —  pero de manera responsable.

Open UDC aún no está operativa, pero su proporción de creación de capital estará definida por un algoritmo, determinado por dos factores: el número de participantes que utilizan Open UDC y la expectativa de vida media dentro de la comunidad. La idea es que, a lo largo de su vida,  cada miembro de Open UDC obtenga la misma cantidad proporcional de dinero que los demás. Como consecuencia, «su masa monetaria está en continua expansión y así se evita que una minoría amase demasiadas unidades en detrimento de la mayoría» me contaba uno de los contribuyentes al proyecto. «El sistema crea suficiente espacio para gente nueva, de tal forma que cualquiera puede empezar a comerciar sin tener que endeudarse antes».

La descripción en la página oficial del proyecto reza: «Las implementaciones de Open UDC permiten que seres humanos intercambien bienes y servicios digitales con un espíritu de equitatividad espacial entre los miembros, y temporal entre miembros actuales y futuros».

 

 

Cambiar la cultura del dinero

¿Hemos dado con el sistema monetario perfecto? Sebastiano Scròfina es más cauteloso: «En teoría, Open UDC funcionaría pero, en la práctica, se necesita más que un protocolo. Antes, se necesita una comunidad de personas que confíen entre sí».

Es irónico que el éxito del Bitcoin esté basado en un concepto opuesto: la desconfianza. El Bitcoin está diseñado para que nadie le tenga que deber nada a nadie. Los usuarios llevan sus transacciones a cabo y desaparecen.

«En ese sentido, Bitcoin es una moneda antidemocrática. Está basada en la desconfianza, en vez de la confianza, no asume ningún tipo de responsabilidad. Es más, ni siquiera hay un responsable como tal. Es nihilista y sólo resulta deseable como alternativa a otros sistemas manifestamente peores». Felix Salmon

Llegados aquí, dado que Bitcoin tiene tantos aspectos negativos,  puede que nos preguntemos por qué lo utilizan tantas personas.

Seguramente se deba a que, a fin de cuentas, el dinero es una cuestión cultural: mientras haya quien piense que el dinero ha de ser una mercancía, se seguirán promoviendo monedas aptas para la acumulación, la especulación y la competencia.

Afortunadamente, el auge de la economía colaborativa está impulsando un cambio cultural al promover más abundancia y considerar al ser humano como elemento esencial dentro de la economía. Si realmente creemos en los valores sobre los que se sustenta la economía colaborativa, ha llegado la hora de llevar nuestra ambición más allá para crear los sistemas monetarios descentralizados y humanos que merece la nueva economía emergente.

 

 

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