Estos 5 movimientos rebeldes quieren cambiar cómo funciona el dinero
Siempre ha habido movimientos que discrepan con el sistema monetario, cómo funciona y a quién beneficia. Sin embargo, después de la crisis financiera de 2008 ha surgido una nueva oleada de agitadores pecuniarios, cada uno con ideas muy diferenciadas sobre lo que significa el dinero. Desde los predicadores del bitcoin hasta los abanderados de la teoría monetaria moderna, estos rebeldes del dinero se han repartido en bandos enfrentados.
Para comprender a estos grupos y por qué luchan es importante que entendamos el sistema que cuestionan. Nuestro sistema monetario se caracteriza por los bancos centrales nacionales y las tesorerías, que emiten la base monetaria. Dicha base engloba el dinero físico en efectivo que tenemos en la cartera y también reservas, es decir, dinero digital en un formato especial que los bancos comerciales guardan en sus cuentas centrales, fuera de nuestro alcance.
Estas entidades se dedican entonces a aumentar la masa monetaria emitiendo una segunda capa de dinero sobre el dinero del banco central, mediante un proceso llamado multiplicador monetario (a veces, reserva fraccionaria). De esta forma se crea el dinero de la banca comercial, que aparece en nuestras cuentas en forma de depósitos.
Los pormenores son sutiles y complejos (sobre todo a nivel internacional), pero la interacción de estos agentes que emiten el dinero y lo sacan de la circulación hace que la masa monetaria se expanda y se contraiga, como un pulmón al respirar. Los grupos que abogan por una reforma monetaria apuntan a diferentes elementos de esta dinámica. Aquí tenemos cinco ejemplos:
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Los guerreros del dinero público
Cuando amanece decimos que sale el sol, pero en realidad el sol está siempre en el mismo sitio y el amanecer es una ilusión creada por la rotación de la Tierra. La teoría monetaria moderna plantea que la noción que tenemos del dinero público trae un espejismo parecido: a menudo decimos que un gobierno central “recauda dinero” mediante los impuestos y después lo gasta, pero la realidad es que son las instituciones gubernamentales las que crean el dinero al gastarlo por primera vez y lo retiran de la circulación al exigir el pago de impuestos. Si el gobierno emite el dinero, ¿por qué tiene que pedir que se lo devuelvan?
Los partidarios de la teoría monetaria moderna esgrimen que la idea de que a un gobierno se le puede acabar el dinero como a cualquier hogar o empresa es una mera ilusión. Un gobierno solo puede quedarse sin dinero si no acuña su propia moneda soberana (como ocurre con los países de la Unión Europea que han optado por el Euro), o bien si se ha fijado un límite político sobre la emisión de moneda. En el segundo caso, los gobiernos primero deben recuperar el dinero mediante la recaudación fiscal (y otros medios) antes de volver a emitirlo en otro lugar.
Por esto, los partidarios de la teoría monetaria moderna no les compran a los conservadores el argumento de que “no hay dinero” cuando estos quieren recortar en sanidad y educación. “Los gobiernos que tienen el monopolio de su moneda siempre pueden sufragar las políticas prioritarias”, declara Pavlina Tcherneva, catedrática de Economía en el Levy Economics Institute del Bard College de Nueva York.
Según la teoría monetaria moderna, si hay personas en desempleo que quieren trabajar y recursos materiales para que lo hagan, el gobierno federal puede emitir dinero nuevo sin generar inflación, porque el incremento de la masa monetaria vendrá acompañado de un aumento de la producción. “El objetivo es poner las arcas públicas al servicio del interés general sin acelerar la inflación”, apuntó Stephanie Kelton, catedrática de Políticas Públicas y Economía en la Universidad de Stony Brook y antigua asesora jefe del senador independiente de Vermont Bernie Sanders.
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Los reformistas del dinero bancario
Los reformistas del dinero bancario quieren cambiar el poder que ostenta la banca comercial para crear dinero. Otros grupos critican el sistema basado en el dinero bancario de entidades comerciales, aduciendo que genera inestabilidad económica, sobrendeudamiento y concentración de poder en manos de los bancos: esos mismos bancos que nos llevaron a la crisis financiera de 2008.
Algunos grupos que abogan por una reforma del dinero bancario son el American Monetary Institute, Dinero Positivo[1] y el Movimiento Internacional para la Reforma Monetaria (IMMR por sus siglas en inglés).
Los bancos comerciales crean dinero nuevo al conceder préstamos. El ala moderada del movimiento reformista de la banca arguye que, ya que el gobierno les otorga ese privilegio, las entidades y sus préstamos deberían estar sometidas a un mayor escrutinio democrático. Las posturas más duras, por otra parte, defienden que debería prohibirse directamente la creación de dinero por parte de los bancos.
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El movimiento que aspira a poner coto al dinero bancario es más diverso políticamente que el de la teoría monetaria moderna. Esta idea se ha granjeado el apoyo de algunos liberales, como el economista ya fallecido Murray Rothbard, economistas neoclásicos como Irving Fisher y también grupos de izquierda, como el Partido Verde británico, que plantea que la creación de dinero por parte de la banca conlleva crisis medioambientales y dominación empresarial.
Sus recetas son diversas: Dinero Positivo (movimiento hermano del británico Positive Money, que elabora estudios y campañas sobre política monetaria en Reino Unido) aboga por que la creación de dinero sea competencia exclusivamente de un órgano público democrático, transparente y que rinda cuentas, dando lugar a un sistema de “dinero soberano” donde todos podamos tener una cuenta en el banco central. Esta propuesta es distinta de una banca de reserva 100 %, en cuyo caso tu banco debería disponer de reservas que respalden la totalidad de los depósitos de tu cuenta.
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Los cruzados de las criptomonedas
Los cruzados de las criptomonedas no solo rechazan el sistema monetario nacional y el papel de la banca comercial, sino que rechazan de plano el concepto del dinero basado en el crédito (donde el dinero se “crea de la nada” gracias a las leyes o a un pacto social) y piden que se sustituya con “dinero mercancía” (que se “crea a partir de algo” mediante un proceso de producción). Estos grupos han recogido el testigo de los goldbugs (literalmente, “escarabajos del oro”), que aspiraban a restablecer el patrón oro.
Este movimiento comenzó con el Bitcoin y argumenta que el mejor sistema monetario es uno que no dependa de la política humana. Dicha idea se encuadra en una tradición filosófica según la cual los sistemas deberían regirse por los límites que marque Dios, la física o las matemáticas, en lugar de las leyes que elaboran los políticos. Por ejemplo, en el caso del oro existen límites geológicos a la cantidad de oro que se puede hallar y extraer. En el caso del Bitcoin, el sistema fija un máximo de dinero que puede emitirse y obliga a los participantes a “minarlo” como si fuera un recurso natural.
Los partidarios más ortodoxos del Bitcoin creen que el verdadero dinero es un bien de oferta limitada que debe extraerse mediante un proceso de producción, por lo que sostienen que el dinero fiduciario (que crean los bancos o los países) es un dinero artificial o engañoso, controlado por unos poderes corruptos. Hay un cierto puritanismo en estos cruzados de las criptomonedas que desconfían de las instituciones humanas y se encomiendan al orden “divino” abstracto de las matemáticas y los mercados.
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Mientras otras corrientes como la teoría monetaria moderna se apoyan en las instituciones humanas, los criptocruzados consideran que la política es un quehacer absurdo. Esa desconfianza es sintomática: muchas veces el movimiento está tan enfrentado con el sistema crediticio como consigo mismo, como demuestran las encarnizadas luchas intestinas entre los partidarios de las diferentes criptodivisas.
No obstante, son los reformistas monetarios más acaudalados ya que, irónicamente, muchos usuarios de las criptomonedas se han hecho millonarios en la moneda fiduciaria que tanto dicen detestar.
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Los localistas
Las monedas alternativas no gubernamentales ya estaban ahí mucho antes de que surgieran las criptomonedas. Estas originales alternativas al dinero corriente engloban sistemas de crédito mutuo, bancos de tiempo (donde se emplea el tiempo para medir cuántos créditos se ganan) y monedas sociales y locales, como la libra de Brixton y sistemas como el Wir suizo, una moneda que se usa entre empresas.
Esta tradición también recela de los grandes sistemas monetarios donde interactúan el gobierno y la banca privada, pero, en lugar de exigir que dichos sistemas se sustituyan por un algoritmo robótico, proponen que las comunidades más pequeñas dispongan de competencias para acuñar una moneda local.
Al contrario que los promotores de las criptomonedas, para estos grupos no hay problema con “crear dinero de la nada”, sino más bien con quién lo hace y en qué magnitud. Creen que los sistemas a gran escala alienan a las personas y disuelven las comunidades que están íntimamente unidas.
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Un sistema de crédito mutuo como el Sardex de Cerdeña, por ejemplo, no rechaza la idea de la expansión y la contracción de la masa monetaria, pero integra a la comunidad de la isla a la hora de decidir en qué términos ocurre.
Mientras los demás movimientos hablan alto y claro, los entusiastas de las monedas sociales complementarias a nivel local suelen mantener un perfil bajo, son más humildes y, aunque mal remunerados, trabajan para construir estructuras resilientes en sus comunidades.
“Las monedas locales cambian cómo se emite el dinero, cómo circula y en qué se puede gastar para relocalizar economías, fomentar conductas más ecológicas y apoyar a la pequeña empresa”, declara Duncan McCann de la New Economics Foundation.
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La alianza de los criptocréditos: el crédito mutuo y la tecnología blockchain se dan la mano
Este es el movimiento menos conocido o con menos desarrollo, pero quizás sea el más emocionante. Hay iniciativas incipientes, como Trustlines, Holochain, Sikoba, Waba y Defterhane, que buscan crear un híbrido entre alternativas más antiguas, como los sistemas de crédito mutuo, y las arquitecturas de cadenas de bloques sobre las que se construyen las criptomonedas. Tienen cosas en común tanto con los partidarios de la teoría monetaria moderna, que considera que el dinero entendido como mercancía es un atraso, como con los promotores de las criptomonedas, que quieren sacar al gobierno de la ecuación.
Las criptomonedas suscitaron una oleada de creatividad, aunque en gran medida esta se echó a perder en una corriente tóxica de especulación. Por otra parte, los movimientos localistas que promueven el crédito mutuo tienen ideas potentes, pero a menudo no logran darles difusión ni diseminarse. Los grupos más innovadores están explorando las posibilidades creativas que ofrecería la unión de ambos sistemas para solucionar las carencias que tienen por separado.
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[1] Puedes leer algo más sobre Positive Money aquí.
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Producido por Guerrilla Translation bajo una Licencia de Producción de Pares.
* Texto traducido por Silvia López, editado por Susa Oñate
* Artículo original publicado en P2P Foundation
* Imagen de portada de Freddie Collins
* Imagen de texto de John Jackson
* Imagen de texto de Keegan Houser
* Imagen de texto de Charlie Waterhouse