La creación de procomún como el latido del arte y la cultura
Los artistas suelen estar en clara sintonía con las sutiles vibraciones de nuestra cultura. Escuchan y ven cosas y, mediante su instinto, saben qué necesita más intensidad. Más adelante se les ocurren interpretaciones creativas (a veces incluso impactantes), que a menudo nos hacen darnos cuenta y decir: “¡Claro! ¡Eso es lo que he estado sintiendo todo este tiempo!”. Creo que esa es una de las razones por las que estos días hay más obras artísticas en torno a los comunes. Algo está pasando.
Tengo este tema muy presente, debido a las continuas colaboraciones que hago con múltiples artistas escénicos y trabajadores culturales estadounidenses que consideran los comunes como un modelo para crear un futuro nuevo. Entre los miembros del grupo se incluyen Hinterlands y PowerHouse Productions en Detroit, Michigan; el Proyecto de Ética y Bien Común (Ethics and the Common Good Project) en el Hampshire College; el Schumacher Center for a New Economics en Amherst, Massachusetts; el Double Edge Threatre en Ashfield, Massachusetts; y el equipo de HowlRound Theatre Commons en Boston.
El grupo de trabajo de Arte, Cultura y Creación de Procomún está interesado en utilizar enfoques basados en los comunes “para transformar el paisaje de las artes y la cultura hacia la equidad, la abundancia y la interdependencia como parte de un movimiento social comprometido y en contacto con la urgencia del presente. La cooperación, la colaboración, la mutualidad y la cocreación nos unen”.
El grupo publicó recientemente una declaración explicando su visión y sus ambiciones. Uno de sus párrafos dice así:
“Creemos que el arte puede y debe desempeñar un papel significativo en la congifuración de la cultura… El arte y los artistas tienen un papel importante a la hora de ayudar a las personas a procesar y lamentar los inevitables colapsos de nuestros sistemas e instituciones actuales en una cultura de desempoderamiento, desconexión, aislamiento, desvinculación, distracción y ansiedad. El arte es un potente antídoto que actúa como un motor de cohesión social, vinculación, sostenibilidad y mutualidad. El arte cataliza la imaginación, la creatividad y la cooperación en cualquier cultura, conformando el carácter de las realidades sociales, económicas y políticas. Conscientes de la naturaleza destructiva del capitalismo, buscamos crear un arte que cuestione el marco capitalista dominante y busque formas alternativas en el procomún”.
A lo largo de los años, he escrito en mi blog sobre una amplia gama de iniciativas artísticas que, de manera directa o indirecta, se nutren del procomún. Las iniciativas muestran las múltiples posibilidades que surgen cuando la creación de procomún y el arte convergen. Por ejemplo, los artistas neerlandeses Karen Lancel y Hermen Maat llevaron a cabo un proyecto llamado Tele-Trust con el objetivo de analizar cómo llegamos a confiar unos en otros en un contexto digital, y compararon los teléfonos inteligentes con los modernos “velos digitales de datos” o burkas. ¡Buena idea!
En 2016, la exposición de arte online Seeing Wetiko (“Ver el wetiko”) sondeó el concepto del wetiko, un término indígena utilizado para describir “una enfermedad psico-espiritual del alma que engaña a su huésped para hacerle creer que canibalizar la fuerza vital de los demás es algo lógico y moral”.
La reacción de muchos sectores del mundo de la moda ante la lacra de la “moda rápida” y la explotación laboral les está llevando a descubrir que considerar el diseño y la producción de prendas de vestir como un potencial común de creadores y diseñadores a escala mundial es algo constructivo. La gente de la Universidad de las Artes ArtEZ en Arnhem, Países Bajos, está desarrollando este planteamiento.
Muchos ciudadanos y artistas de Roma llegaron a ocupar el histórico Teatro Valle en 2012, cuando el gobierno municipal tomó medidas para venderlo a inversores privados. Esto demuestra que la gente tiene sed de una cultura viva y no comercial en la que pueda participar. En mi región, los aficionados al jazz han readaptado el modelo de cultivo de las granjas ASC (agricultura sostenida por la comunidad) como una forma de financiar unas actuaciones de jazz experimental que, de otro modo, serían imposibles de poner en escena.
Hoy en día varias organizaciones artísticas identifican sus misiones con el procomún de manera explícita. El Casco Art Institute en Utrecht, Paíse Bajos, se promociona como un instituto de arte “al servicio de los comunes” y funciona como un común en sí mismo, hasta el punto de que todos limpian sus oficinas y preparan el almuerzo de manera colectiva. El Arts Collaboratory es un grupo translocal de 25 organizaciones en África, Asia, América Latina, Oriente Medio y los Países Bajos que utiliza las prácticas artísticas para promover el cambio social y para trabajar con las comunidades más allá del campo del arte.
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Furtherfield, un colectivo londinense, es un centro de experimentación artística que combina el arte y la tecnología, especialmente mediante su galería y comunes en el centro del Parque Finsbury de Londres. En los EE.UU., el grupo HowlRound, con sede en Boston, se autodenomina “Theatre Commons” (un común teatral) y reúne a todo tipo de intérpretes, dramaturgos y personas del mundo del teatro con perfiles no comerciales para desarrollar espectáculos que traten las necesidades de la comunidad.
“El arte es una de las formas más delicadas y sorprendentes de indagar en el mundo que nos rodea y a través del arte podemos imaginar otros mundos posibles en los que vivir”, escribe el Casco Art Institute. “Los artistas de nuestra época toman caminos no convencionales para (desaprender) y relacionarse, y crean formas e imágenes que nos permiten ver y sentir, cuestionar y pensar”.
Consciente de la polarización política y la inquietud cultural de los europeos, Andre Wilkens, el director de la Fundación Cultural Europea, declaró recientemente ante The Guardian en el 30.º aniversario de la caída del Muro de Berlín que “Europa necesita otra revolución cultural. Pero, ¿quién la dirigirá?”.
Wilkens recordó cómo en 1989 “los espacios públicos, los centros de las ciudades, los mercados, los teatros, los estadios y las estaciones de ferrocarril fueron ocupados por las fuerzas de la esperanza”. Aparecieron grafitis y folletos por todas partes. La sátira y el humor se emplearon con un efecto poderoso“. Sin embargo, continuó, hoy en día ”nuestros espacios públicos y cívicos se están reduciendo y se están volviendo más restringidos, más segregados y más comerciales, normalmente cubiertos por publicidad. Y cuando los gobiernos se vuelven autocráticos, los espacios públicos son especialmente vulnerables al abuso de la vigilancia y la manipulación.
Entonces, ¿qué ha pasado con los artistas en los últimos 30 años? ¿Mantuvieron la presión o se hundieron en la autocomplacencia? ¿Nos hemos hundido todos en la autocomplacencia?
Creo que los artistas y las personalidades culturales pueden y deben ser de nuevo los impulsores del cambio. Pueden imaginar una Europa mejor más allá de la charla simplista sobre las tasas de crecimiento. Pueden ayudar a salvar a Europa de la nostalgia del nacionalismo del siglo XX. Porque los desafíos más urgentes de nuestra época, como es por ejemplo la destrucción del clima, son globales.
La esfera pública europea sigue siendo débil. Pero donde existe, el arte y la cultura han sido sus precursores».
Los artistas y los trabajadores culturales deben tomarse en serio este llamamiento a la acción no sólo en Europa, sino en todas partes. No tenemos nada que perder, salvo nuestras arcaicas ideas y prejuicios, que en nombre del “sentido común” nos encierran en una celda claustrofóbica de cinismo y desesperación. ¡Veamos qué pueden generar los artistas como comuneros! Tenemos todas las de ganar si aplicamos cambios de percepción, nuevos campos de posibilidades, y la mayor solidaridad que las grandes obras artísticas pueden generar.
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Producido por Guerrilla Translation bajo una Licencia de Producción de Pares.
* Texto traducido por Lara San Mamés, editado por Silvia López
* Artículo original publicado en Bollier.org
* Imagen de portada de la actuación colectiva #SoundSwarm #COP25 #ClimateEmergency realizada por Enmedio Colectivo en Madrid en diciembre de 2019.