El dios que vive dentro del dinero

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Wall Street está ocupada por una miniciudad de tiendas de campaña 1, mientras que los instrumentos financieros canalizan cada vez más fondos hacia quienes ya son ricos. ¿Cómo hemos llegado a una situación en la que las corporaciones parecen tener mayor acceso legal (y financiero) a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad que el ciudadano medio? ¿Cómo hemos llegado a una situación en la que el dinero es invisible y está informatizado, pero se distribuye de manera más desigual que nunca?

No cabe duda de que no hemos llegado aquí de la noche a la mañana. En su libro Life Inc.(Vida S.A.) el autor y “ecólogo mediático” Douglas Rushkoff documenta el auge imparable de la corporación, desde sus orígenes a finales de la Edad Media y a través de su adolescencia en la Revolución Industrial, para llegar a su madurez virtual y global de hoy en día. Life Inc. no ha perdido relevancia desde su publicación en el 2009, dada la generalización del debate público sobre la economía y la creciente necesidad de lograr una perspectiva precisa y a largo plazo.

En esta entrevista, Rushkoff apunta hacia los orígenes renacentistas de la corporación y explica cómo nos ha amoldado a su imagen y semejanza. También revela por qué el dinero lleva un Dios incorporado y nos advierte sobre lo que realmente estamos comprando al meternos en una hipoteca. Pero, más allá de la retórica y más allá de contemplar el pasado, Rushkoff mira hacia el futuro para ofrecer ideas tan prácticas como provocativas; ideas para des-corporatizarnos y ocupar mejor nuestras vidas.

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Vaal tiene hambre, hay que dar de comer a Vaal 2

vaalPeggy Nelson: La corporación no es un fenómeno reciente, se remonta a cientos de años atrás. ¿Cuál es la historia detrás del origen de la corporación? ¿De dónde vino y qué es exactamente?

Douglas Rushkoff: La corporación es resultado de dos innovaciones: la creación de una moneda centralizada y la creación de los monopolios privilegiados. A finales del siglo XIV, las clases altas –la aristocracia y los antiguos señores feudales– se estaban volviendo cada vez menos prósperos en relación a la gente normal. El incremento en la producción de la clase mercantil y de la gente que vivía en pueblos grandes y ciudades contrastaba con la disminución de la riqueza relativa de la aristocracia. Y esto suponía un problema: los aristócratas querían salvaguardar el sistema que tan buenos frutos les había dado durante quinientos años y en el que no tenían que “hacer nada” para ser ricos. De ahí les vino la idea de invertir de forma pasiva en las industrias de otros.

Digamos que soy el monarca. Si quiero ganar dinero a través de tu compañía de transporte marítimo, ¿cómo te convenzo para que me dejes invertir? Bueno, pues utilizo el poder que tengo como monarca para escribir un acta. Esto significa que yo te doy el monopolio de un sector y tú, a cambio, me das un 30% de las acciones de la compañía. El mercader elegido se libra de la competencia y obtiene protección ante la bancarrota, mientras que el rey recibe lealtad, dado que los monopolios de los mercaderes dependen de su permanencia en el trono. No le importa si unos pocos dentro de la clase mercantil se hacen tan ricos como él siempre que, como resultado, pueda seguir agrandando su propia riqueza.

Pero no estamos hablando aquí de la promoción del capitalismo de libre mercado. Se trata de la promoción del monopolio, de aquel capitalismo que no tiene que ver con el mercado. Supuso la inclusión de una serie de actores y una serie de sistemas que no tenían nada que ver con el mercado libre, y eso cambió la predisposición de los mercaderes para alejarles de la innovación. Dicho de otra forma, pasaron del, “¿cómo puedo innovar y mantener mi ventaja competitiva?” al “¿cómo puedo extraer riqueza del ámbito que controlo?”.

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Entonces tenderían al conservadurismo, dado que querrían mantener lo que tenían sin arriesgarse a perderlo.

Conservadores en ese sentido, pero rapaces en otro. Digamos que ahora controlo las colonias. Mi objetivo es extraer su riqueza; quiero impedir que sus habitantes creen cualquier tipo de valor propio. Me parece muy bien que los colonizadores planten algodón, pero van a utilizar mis semillas, mis herramientas agrícolas, todo lo que van a utilizar es mío. Si eres granjero, te daré permiso para plantar el algodón, pero me lo tendrás que vender a mí y al precio que te imponga. No te permitiré convertir ese algodón en tejido. Fabricar es sinónimo de creación de valor. Y ahora vas a… ¿¡cómo se te ocurre!? ¿¡Que lo vas a convertir en ropa!? ¡Si esa ropa me la podrías haber comprado a mí! No, no, de eso nada, todo ese algodón es para mí. Lo voy a cargar en mi barco para traerlo a Inglaterra. Entonces, la fábrica textil, que es otro monopolio privilegiado del rey, convertirá el algodón en ropa para transportarlo de vuelta y vendértelo… con beneficios.

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Entonces ¿siempre se trata de cultivos de exportación?

Así es, y si te niegas a ello, me lío a tiros.

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¡Y lo hicieron!

¡Vaya si lo hicieron!

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Rehabilitando la Edad Media sin ayuda de nadie

Por tanto, y durante tres siglos, la clase media y la clase mercantil tuvieron mucho éxito. Ciudades que habían estado sujetas a un feudalismo estricto —y que estaban hechas polvo desde la caída del Imperio Romano— empezaron a ganar independencia. Todo ello dependía de la utilización de las monedas locales —recibos de la cosecha– que la gente empleaba para sus transacciones. Serían el equivalente de lo que hoy en día llamamos monedas “caducas” 3 y se generaban a través del esfuerzo propio. Las comunidades crearon tantísimo valor que ni siquiera sabían qué hacer con él. Así que empezaron a invertir en infraestructura, en molinos de viento y de agua, y también en su futuro, construyendo catedrales y otras atracciones turísticas.

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¿El dinero para construir las catedrales no provenía de Roma?

Resulta que no. El Vaticano y la Sede romana no construyeron las catedrales. Estas se financiaron a través de las monedas locales –un tipo de dinero muy distinto al que utilizamos hoy en día– que, como he dicho, estaban basadas en la cosecha, una comodidad que va perdiendo valor con el tiempo. La cosecha o bien se descomponía, o se la comían las ratas, o era muy cara de almacenar. Por tanto, había que gastar ese dinero lo antes posible, antes de que se devaluara. Y cuando la gente no para de gastar mucho dinero, la consecuencia es una economía que crece muy rápidamente.

Ahora, y a diferencia de una economía capitalista donde el dinero se acumula, en el caso de las monedas locales el dinero circula constantemente. Un mismo dólar puede dar de comer a tres personas, en vez de solo a una. Había tal cantidad de dinero en circulación que tuvieron que ingeniárselas para ver qué hacer con él, cómo volver a invertirlo. Ahorrar dinero no era una opción factible, no podías meterlo en el banco para que creciera porque, en vez de crecer, menguaría. Por eso pagaban tan bien a los trabajadores y acortaron la semana laboral hasta cuatro días por semana, y en algunos casos tres. E invirtieron en el futuro a través de la infraestructura; y empezaron a construir catedrales. No podían construirlas todas a la vez pero se lo plantearon con una perspectiva muy a largo plazo: la inversión de tres generaciones daría lo suficiente como para construir toda una catedral y sus bisnietos vivirían en una ciudad próspera. Así se construyeron las grandes catedrales, como la de Chartres. De hecho, algunos historiadores describen el final de la Edad Media como “La Edad de las Catedrales”.

Disfrutaban del mejor nivel de alimentación de la historia de Europa; las mujeres inglesas eran más altas de lo que son hoy en día y los hombres eran más altos que en cualquier otro periodo de la historia, hasta los años 70 u 80 del siglo pasado (el incremento reciente en el nivel de crecimiento se debe sobre todo a la introducción de hormonas en la cadena alimenticia). Aun así, la esperanza de vida estaba por debajo de la de hoy en día y carecían de medicina moderna, pero la gente de esa época disfrutaba de mejor salud y era más fuerte, aunque jamás se hable de ello hoy en día.

Eso ocurrió justo antes del nacimiento de la corporación y los monopolios privilegiados originales, antes de la creación de la moneda centralizada y la prohibición de las monedas locales. La centralización de todo esto empezó a provocar grandes cambios.

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Parece que el oscurantismo de la Alta Edad Media no era tan oscuro como dicen.

Sí, creo que es pura desinformación. No soy muy dado a las teorías conspiratorias en temas como estos, pero creo que el motivo por el que celebramos el Renacimiento como el punto álgido de la cultura occidental tiene que ver más que nada con el marketing . Los monarcas renacentistas y los Estados-nación, junto a los poderes de la Era Industrial que les siguieron, no han dejado de beneficiarse de esta re-caracterización de una de las civilizaciones más prósperas de la historia de la humanidad como una época oscura, horrible y azotada por la peste bubónica.

Históricamente hablando, la peste sólo se extendió tras la invención de los monopolios privilegiados y la imposición de la moneda centralizada. Esta se convirtió en la única moneda legal y, 40 años más tarde, llegó la epidemia. Así de rápido empobreció la gente. Ya no se les permitía beneficiarse de la tierra. Supuso el cambio de un modelo basado en la abundancia a uno basado en la escasez; de una economía basada en la producción anual de cosechas a una basada en el oro que el rey ponía en circulación.

Es una manera totalmente distinta de entender el dinero. La tierra deja de ser un terreno en el que los campesinos pueden cultivar comida, para convertirse en una inversión, en un activo de los ricos. Ya convertido en activo, empezaron con los cercamientos y las particiones de tierra. Eso significa que ya no permitían que la gente cultivara en las tierras comunales, imposibilitando el que siguieran viviendo de la agricultura de subsistencia. Si no te permiten practicar la agricultura de subsistencia, te tienes que buscar un trabajo y, por tanto, te vas a la ciudad para ponerte a disposición de un jefe que sólo quiere mano de obra barata y no cualificada para su proto-fábrica. Traes a toda la familia adonde está el trabajo, a la miseria, a un lugar abarrotado de gente y empobrecido, el caldo de cultivo perfecto para la peste y la muerte.

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Hay un dios, y está presente en todo el dinero 

Dollar

¿En qué estaba basado el dinero que emitía el rey? Si la otra moneda estaba basada en la cosecha, supongo que tendría una relación directa con la cantidad cosechada y, dado que esta se va pudriendo, la moneda se degradaría con ella…

¿La moneda del rey? Ni siquiera se trataba de oro: lo que fundamentaba esa moneda era el imprimátur del rey. Era la moneda del reino porque tenía su cara estampada en ella.

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Eso es muy abstracto.

Lo es. Y, dado que la gente no se creía esa abstracción, porque estaba acostumbrada a que los recibos de la cosecha estuviesen basados en algo real, se necesitaban metales preciosos para legitimar la moneda del rey: plata u oro; tenían que utilizar algo valioso para que la gente creyera en ella.

Ahora, pasemos a la década de 1970. Después de cuatro o cinco siglos con esa creencia, Nixon se dio cuenta de que, ahora que la gente se lo cree, la moneda puede dejar de basarse en el metal para fundamentarse directamente en esa creencia. Fue entonces cuando empezaron a poner “confiamos en Dios” en los billetes, justo cuando se desligó del patrón oro.

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¿Esa frase no había estado ahí siempre?

No, estaba en las monedas, pero no en los billetes. A fin de cuentas, lo único que queda es la creencia.

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Seamos todos independientes… unidos 

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¿Cómo encaja la idea del individuo en relación a estos hechos?

El corporativismo, con su impulso de la competencia entre individuos frente a fondos y recursos escasos, allanó el terreno para el individualismo y para un concepto exacerbado del ser. Soy “ecólogo mediático”, veo la sociedad y los medios como una ecología donde los cambios en un aspecto reflejan los cambios en otro. La noción del individuo se inventó, o reinventó, en el Renacimiento. Por eso fue, en parte, un renacimiento, un renacer de viejas ideas, el renacimiento de los ideales griegos. La definición griega de la persona —que siempre había sido “el ciudadano”, es decir, “el individuo en relación al Estado”— se remodeló en la de “el individuo”.

El primer individuo de la literatura renacentista fue el Doctor Fausto, que representa los límites extremos de la avaricia. Aquí nos encontramos con el nuevo individuo; ya no es ciudadano de una ciudad-Estado sino un individuo con perspectiva propia en relación a su entorno. El renacimiento trajo consigo la introducción de la perspectiva en la pintura y eso supone que el individuo es un ser autosuficiente y que su punto de vista es importante. También trajo consigo la lectura y eso supone que el individuo puede sentarse a solas en su estudio para tener una relación propia con la Biblia, en vez de reunirse en la plaza del pueblo o en la iglesia para que el cura le lea la Biblia, como parte de la congregación. Por una parte se trata de una bellísima celebración de la perspectiva y la consciencia individual pero, por otra, todo se debe al contexto de una nueva economía donde los individuos compiten entre sí para obtener trabajo, recursos, tierras y dinero escasos.

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De acuerdo, y ahora te pregunto: ¿qué pasaba con los artistas?

Los historiadores dicen que los mecenas que patrocinaban a los grandes artistas fueron de lo mejor que ocurrió durante el renacimiento. Pero, antes del renacimiento, no necesitabas de ningún “mecenas” para ser artista. De hecho, podías vivir en la ciudad, dedicarte a lo tuyo, y ser un gran artista. El modelo renacentista del arte y el comercio no estaba basado en una condición universal preexistente. Cierto, el Vaticano podía encargar que se pintara una basílica, pero… sería muy interesante ver qué hubiera sido de Leonardo da Vinci o Miguel Ángel si, en vez de formar parte de una burocracia centralizada, hubieran trabajado como artistas independientes de andar por casa. Quizás hubieran sido incluso mejores artistas… nunca se sabe.

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Llegados a este punto, ya tenemos individuos y corporaciones reconocibles.

La moneda del rey, o moneda centralizada, es la moneda del monopolio. El rey declaró que las monedas caducas eran ilegales. ¿Por qué? En primer lugar, es mucho más fácil aplicar impuestos a una moneda centralizada. Segundo, el rey podía restar la cantidad de oro que respaldaba a la moneda sin mayor inconveniente, podía restarle valor en función de sus deseos. Finalmente, dado que se trata de una moneda basada en la escasez, todo el mundo tiene que competir para obtenerla. Es una forma de ayudar a que los ricos amasen más poder sólo por el hecho de tener dinero, no por lo que puedan gastar, sino por lo que puedan acumular.

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Y el dinero se convierte en un recurso.

Se convierte en un recurso por sí mismo. De hecho, es un recurso abstraído, literalmente es un derivado, se trata del primer derivado. La centralización hace que el dinero deje de ser una representación de algo real para convertirse en una clase de activo derivado. Hoy en día vivimos en una economía basada en los derivados financieros y nos ha llegado por medio de la banca centralizada. Ahora, prácticamente todo el mundo cree que los bancos inyectan dinero para impulsar la economía y que la mejor forma de arrancar un negocio es pidiendo un préstamo bancario. Pero, cómo se crea el dinero… pues, literalmente se crea gracias a los préstamos. Pero, por cada dólar creado mediante un préstamo, por cada dólar que ganas, existe un negativo en algún balance general en algún sitio.

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¿La deuda va incorporada desde el principio?

Es que es deuda, el dinero que utilizamos es deuda. Funciona de la siguiente manera: para montar un negocio pides un préstamo de 100,000 $ al banco. Esto supone que vas a tener que devolver al banco, digamos, unos 200,000 $ o 300,000 $ cuando termines de pagarlo. ¿Y de dónde salen los otros 200,000 $? Salen de otra persona que también ha pedido un préstamo bancario de 100,000 $. ¿Y de dónde va a sacarlo? O bien acaba en la bancarrota, porque no puede devolverlo, o, de lo contrario, pide prestados otros 200,000 $ al banco. Entonces, tendrá que devolverlos, y con intereses. Al final ya ha pedido prestados un total de 300,000 $ y tendrá que devolver 900,000 $.

La masa monetaria tiene que crecer en función del interés. Hacemos negocios y obtenemos ingresos a un ritmo determinado e impulsado por la estructura de la deuda de la empresa, en vez de por la oferta y la demanda. A esto se refería Adam Smith. Adam Smith no era un libertario de libre mercado, no era un industrialista corporativo, tal y como le pintan en The Economist o en el Wall Street Journal. Smith dijo que las economías sólo funcionaban a cierta escala, que sólo funcionaban localmente, ya que vivía en un mundo donde todo el mundo era granjero. Y odiaba a las corporaciones, igual que odiaba al gobierno central, porque sabía que, a fin de cuentas, una economía basada en el interés no funciona. Y esto se debe a que la deuda no es un producto real. Ahí no hay nada. Nada. Pero se inventó precisamente para eso. La economía basada en la deuda se inventó para que quien ya tuviera dinero pudiera enriquecerse por el mero hecho de tenerlo, sólo sirve para eso. No digo que sea algo malévolo, sólo es una idea. La cuestión es que no funciona. Si la cantidad de personas que quiere ganar dinero solo porque lo tienen crece hasta tal punto que hay más gente dedicándose a eso que a producir cosas, la economía colapsará tarde o temprano.

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Suena a una gran estafa piramidal.

¡Es que es una estafa piramidal! Ninguna de las compañías de las que estamos hablando son lo que aparentan ser, sólo son nombres adosados a una deuda. General Motors es el nombre de una deuda, Sony es el nombre de una deuda.

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El New York Times…

…también es el nombre de una deuda. Todas son sociedades anónimas con acciones en bolsa, sujetas a índices de costo-beneficio. Por un lado están las acciones emitidas y, por otro, está el negocio en sí. Se trata de dos cosas distintas. En vez de ser una inversión en la compañía, las acciones son más bien un lastre para el sistema. Algún día tendrán que devolver todas esas deudas.

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Yo, yo mismo, y mi corporación

monopolyLa deuda también tiene un componente emocional. Con eso quiero decir que, si estás endeudado conmigo, estás endeudado para siempre… o sea que ponte a trabajar de una vez y déjate de tonterías.

Poco a poco, con el tiempo, las corporaciones han querido extraer cada vez más valor de las personas, ya sea como trabajadores o como consumidores y, finalmente, como accionistas e inversores en nuestros propios planes de jubilación. En esencia, hemos externalizado nuestras propias vidas. Externalizo mi trabajo a una compañía. Externalizo mi consumo a una compañía; voy a Wal-Mart, después voy al Costco. Externalizo mis inversiones y mis ahorros a compañías, se los doy a Citibank, en vez de al banquero local, o a mi cooperativa financiera, o a mi restaurante, o a mis hijos, o a mi catedral. Todas nuestras interacciones están mediadas por las corporaciones – yo no trabajo para ti, ni tú trabajas para mí.

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Hablemos de distintos tipos de valor. Ahora mismo utilizamos el dinero y lo medimos todo con esta métrica de color verde. Pero, como ya sabemos, existen otros tipos de valor, como son las relaciones personales; hay otras maneras de medir el valor…

Tenemos formas distintas de experimentar el valor, pero son muy difíciles de medir. Creo que, en el clima actual, todo aquello que la gente podría o debería valorar provoca ansiedad y nerviosismo.

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¿En qué sentido?

Estar con un amigo, por ejemplo… De acuerdo, sólo me siento con un amigo si me he tomado un Paxil 4 o algo así, dado que parece que nos han aculturado para huir de la socialización. Solo puedo echar el rato contigo porque estamos trabajando, ¿no?

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Claro, porque es productivo.

¡Y tan productivo! Y podemos medirlo porque se está grabando, ¿sigues grabando, no?

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Estás diciendo que el dinero no tiene un valor imparcial.

No es sólo que el dinero no tenga un valor imparcial, sino que nuestro dinero ni siquiera es un dinero imparcial. La moneda que empleamos no es el único tipo de dinero que existe. Existen otros tipos, igual que existen otros medios de comunicación distintos, y todos fomentan comportamientos distintos. Los ordenadores estimulan ciertos comportamientos, la televisión fomenta ciertos comportamientos. Una moneda basada en oro promueve ciertos comportamientos, una moneda centralizada fomenta ciertos comportamientos y una moneda local y caduca basada en la cosecha estimula otro tipo de comportamientos. El dinero que utilizamos hoy en día conduce a un comportamiento muy específico y no es casualidad: conduce a la acumulación. Es una moneda que acumula interés con el paso del tiempo, por tanto es preferible acumularla antes que gastarla. Y eso está bien si esa es la herramienta que necesitas.

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Pero, quizás, también tendría que haber otras herramientas en esa caja…

Es como si sólo tuviéramos un martillo y nos quejáramos de lo que nos cuesta atornillar cosas. La moneda centralizada favorece mucho la competición, es realmente perfecta para las grandes compañías. Wal-Mart y Citibank pueden conseguir dinero a menor coste; cuanto más grande eres, más cerca estás del almacén. Y los grandes no quieren monedas locales, no les interesa la creación de valor desde abajo ni el dinero basado en el trabajo —un dinero que se crea a través del esfuerzo en vez de los préstamos— dado que eso reduciría su monopolio sobre los medios de intercambio.

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El problema de autodescribirnos según nuestro trabajo, o nuestro socialismo, o nuestra clase económica, es que la economía y el dinero que utilizamos sólo representan una parte de nuestro ser.

Claro, yo creo valor, pero ese valor que creo para mi comunidad va más allá de mi labor como panadero, por ejemplo. No sólo soy sastre. También soy el tipo que cuenta los mejores chistes en las fiestas, soy el tipo que tiene una hija preciosa…

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Nunca son aspectos aislados, ni se pueden medir con una sola métrica.

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Hogar, dulce brico-hogar

housesDesde la década de 1920 hasta la de 1970, se desarrolló toda una iconografía para convertir a las corporaciones en los héroes del pueblo. En vez de comprar cosas a gente que conozco, ahora confío más en el hombre de Quaker Oats 5 de lo que confío en ti. Esto es consecuencia de las campañas de relaciones públicas y del desarrollo de esta profesión.

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¿Crees que la evolución de las relaciones públicas surgió naturalmente o que fue algo premeditado para asegurar que las cosas no se salieran de madre?

Tuvieron que hacerlo para que las cosas no se salieran de madre. Los avances más significativos en lo que a relaciones públicas se refiere siempre han coincidido con momentos de crisis. El movimiento obrero es un buen ejemplo; más allá de que la situación laboral fuera abominable, hay que señalar que la gente veía que la situación laboral era abominable. Surgió así la necesidad de reescribir la narrativa para que la gente pensara que los activistas del movimiento obrero eran personas malvadas y aterradoras. Todo para incitar a la gente a mudarse a los suburbios, a la periferia, y aislarse de esta vorágine de obreros, de “las masas”. O, volviendo al ejemplo de los Quaker Oats, antes la gente veía con desconfianza los productos que llegaban de fábricas lejanas. Aquí tenemos una caja de cartón normal y corriente, la han transportado desde muy lejos ¿por qué comprar esto en vez de comprárselo a alguien a quien conozco de toda la vida? Los medios de comunicación de masas  son imprescindibles para hacerte desconfiar de tu vecino, proyectar esa confianza a una entidad abstracta, la corporación, y creer que deparará un mañana mejor y todas esas cosas.

Lo empezaron a amañar más exageradamente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados regresaban a casa. Franklin D. Roosevelt estaba compinchado con los de relaciones públicas. Los veteranos traumatizados volvían de la guerra y todo el mundo sabía que estaban totalmente jodidos y aterrorizados. Por aquel entonces ya sabíamos lo suficiente de psicología y psiquiatría para darnos cuenta de que estaban dañados, que sabían utilizar las armas y que… ¡eso era un problema! Si los veteranos hubieran regresado al mismo movimiento laborista que dejaron atrás antes de la Segunda Guerra Mundial, se habría provocado la hecatombe. Entonces se les ocurrió darles casas, hacerles sentirse bien, y eso provocó la creación de Levittown 6 y otros proyectos cuidadosamente diseñados con la ayuda de psicólogos y sociólogos. Vamos a meter a los veteranos en una casa, vamos a celebrar la familia nuclear.

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Y el hogar deja de ser un compendio de relaciones para convertirse en un objeto.

La definición actual de hogar es sinónimo de “mi vivienda” cuando, anteriormente, significaba “el sitio de donde soy”. Nueva York es mi hogar, ¿cuál es el tuyo?

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Claro, de dónde soy.

¿De dónde eres? No ¿en qué “estructura” vives? Pero tuvieron que redefinir el concepto de “hogar” y se gastaron mucho dinero público para lograrlo. Construyeron casas en vecindarios específicamente diseñados para aislar a las personas entre sí y prevenir que los hombres en particular se reunieran y organizaran en grupos. Estas urbanizaciones no tienen salas de reunión ni de fiestas. Querían tener a los hombres pendientes de sus jardines, que tuvieran tres árboles frutales y fueran expertos en bricolaje. Para la mujer, pondremos la cocina en la parte de atrás, para que pueda vigilar a los niños jugando en el patio trasero.

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Y, dado que no hay porche, ya no ves pasar a los vecinos.

Todo tenía que ser individual, ¡y estaba todo planeado! Nadie va a seguir siendo un revolucionario si tiene que pagar una hipoteca. Con tal cantidad de deuda, ya es partícipe  del sistema. Cierto es que se ha llevado la peor parte de la economía basada en el interés, pero de aquí a 30 años puede ser propietario de su propia casa.

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La libertad no sale gratis 

Freedom_isn__t_Free_Hablemos de tecnología. En lo que a administrar un sistema de bienes y servicios compartidos se refiere, internet puede ser bastante útil. Pero también da la impresión de que internet, y las máquinas y la tecnología en general, conllevan el riesgo de desplazar las relaciones verdaderas y podría suponer un obstáculo. ¿Dónde te sitúas en relación a estas ideas?

Para mí, la palabra que mejor describe lo digital es “discreción”. Por ejemplo, hablemos de sonido. Si nos fijamos en un sonido, por mucho que lo examinemos de cerca, sigue siendo algo real. Siempre podremos descubrir más fidelidad, más información. Si lo escaneo o lo convierto en un sample, he cogido ese sonido que existía en el mundo real para convertirlo en un número. Aquello que era un hecho en la naturaleza, en el mundo, se ha convertido en un número. Es un derivado de la realidad. Ese número encapsula toda la métrica y toda la información referente a ese sonido que soy capaz de incluir. Ahora puedo hacer copias de ese número y manipularlas. En este sentido, tenemos más opciones. Pero, en lo que al sonido original se refiere, el número sólo puede reproducir lo que yo le he dicho que reproduzca.

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Sólo conoce lo que se supone que tiene que medir.

El proceso de reproducción también está ligado a la velocidad de muestreo, algo que, por necesidad, deja cosas fuera. Aunque la velocidad de muestreo sea muy buena —a nivel de super-mp3— y vaya más allá de mi capacidad auditiva consciente, sigue existiendo un espacio entre los samples. Lo mismo ocurre en un tubo fluorescente: hay un espacio entre destello y destello.

Ahora, la pregunta práctica es si es exactamente igual o no. Argumentaría que en muchas situaciones prácticas, sí es prácticamente igual, pero no puede decirse lo mismo de todas las situaciones prácticas. Es una recreación de una cosa, una aproximación y, sin meterme en rollos espirituales y hablar del Prana, del Chi y todo eso, sí que hay una diferencia.

Cuando tenía que investigar algo en la secundaria, me iba a la biblioteca a buscar un libro. Era imposible no ver los otros veinte libros que había en la estantería, pues tenía que leer el título en el lomo de veinte libros antes de encontrar el mío. Leyendo esos veinte lomos veía cosas que, quizás, no hubiera visto de otra manera y esto me daba ideas aleatorias para mi investigación, no predeterminadas. Veía esas cosas gracias al hecho de que algún bibliotecario, un ser viviente que había pasado por ahí, había tomado una serie de decisiones condicionadas por su trayectoria y sus influencias, además del caos típico de la vida cotidiana. Mientras tanto, si estoy en un entorno digital y ya sé qué libro quiero, lo escribo en Google y lo encuentro. No hay ningún otro.

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Es como si esa libertad de elección tan concreta formara parte de un entorno muy controlado.

Sí, ¿de qué gama de elecciones dispongo? ¿Y quién determina esa variedad? La gente ni siquiera se da cuenta de esto. Por eso, cuando me fijo en la tecnología, digo: “Genial, cualquiera puede escribir en la red pero, la mayoría, no sabe programar”. Es decir, podemos introducir un texto en el recuadro donde se escribe en el blog, pero no estamos pensando en las predilecciones que son parte de la arquitectura de un blog diario y que tienden hacia reflexiones  cotidianas cortas, que no a la introspección…

Fíjate en las comunidades online. Voy a hacer migas con otra persona que tiene un Mini rojo del 2004 con techo corredizo, igual que el mío, en vez de hacerlas con mi vecino, que tiene un coche distinto; voy a buscar esa afinidad perfecta. Pero eso no es una relación verdadera, eso es una relación digital y es algo muy concreto. Las comunidades específicas no tardan en degenerar hacia comportamientos conformistas.

Por eso es un paraíso del consumidor, porque verdaderamente ensalza el concepto de grupos de afinidad cada vez más particularizados, elecciones de consumo cada vez más particularizadas.

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La vida derivada, un (des)Reality Show

Derivados

Uno de los temas recurrentes que encontramos en el libro es que todo lo que aparenta tener sentido común en nuestra realidad —la economía, el dinero, lo que compramos y nuestros trabajos— es, en realidad, ciencia ficción. No vivimos dentro de una estructura económica “natural”, nos la hemos inventado.

La verdad es que tiene bastante que ver con Baudrillard. Solíamos vivir en un mundo real donde creábamos valor y comprendíamos ese valor mutuo que habíamos creado como individuos y grupos. Más adelante, nos desconectamos sistemáticamente del mundo real: de nosotros mismos, de los demás y del valor que creamos, para reconectar con un paisaje artificial de valores derivados de trabajar para corporaciones, dioses falsos y todo eso. En cierto sentido, es como los tres pasos de la vida en el simulacro de Baudrillard.

Llegados a este punto, y como diría Borges, hemos confundido el mapa con el territorio. Hemos confundido nuestros empleos con el trabajo. Hemos confundido nuestras cuentas bancarias con los ahorros. Hemos confundido nuestros planes de pensión con el futuro. Hemos confundido nuestras propiedades con nuestros bienes, y nuestros bienes con el mundo. Tenemos estos sitios que habitamos y que se convierten en propiedades que nos pertenecen. Después se convierten en hipotecas que debemos y después se convierten en préstamos respaldados por hipotecas financiados por nuestras pensiones, y después se convierten se convierten en paquetes de deuda, y suma y sigue.

Hemos estado viviendo en un mundo donde cuanto más lejos intervengas dentro de esta cadena de abstracciones, más riqueza tendrás.

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La vía de escape 

hour7Entonces, dado que este sistema lo hemos creado nosotros, ¿no podríamos crear algo distinto?

Claro, ese era el objetivo inicial del código abierto. Creo que todos los aspectos de la intencionalidad y de la experiencia humana son, a fin de cuentas y si así lo elegimos, de código abierto. Por eso me interesé por la religión y el dinero, porque me parecieron los dos ámbitos donde la gente no aceptaría una premisa de código abierto. La religión… pues claro que no, ¡son verdades sagradas! Pero yo argumento que el judaísmo, en su concepción original, era una religión de código abierto. Escribí un libro sobre ello —se llama Nothing Sacred 7 — que fue y sigue siendo controvertido. Porque, si la Tora está abierta a la interpretación, si se trata del documento bello, multifacético, hiper-textual e hiper-dimensional que creo que es, entonces está a disposición de cualquiera. ¿Qué pasa entonces con la propiedad de la tierra, con el Estado israelita?

El dinero, cómo no, es el otro aspecto importante, sigue siendo la única cosa que no te dejan reproducir.

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¿Has visto en algún sitio la reaparición de esa idea de la moneda dual, tan propia de la Edad Media?

Hemos visto su reaparición desde hace 10 o 20 años en sitios como Ithaca (Nueva York) y Portland (Oregón); sitios con comunidades alternativas y hippies y frikis y aparcamientos dedicados a los Grateful Dead y ese tipo de cosas. Podían experimentar con monedas locales porque tenían gente lo suficientemente rara como para aceptarlo.

Recientemente, y después de la recesión económica en Japón, las monedas duales han empezado a arraigar en comunidades no “alternativas”. Todo el mundo tenía tiempo pero nadie tenía dinero. Todo el mundo estaba dispuesto a trabajar pero no había compañías para darles trabajo. Y, dado que la única forma de trabajar que conocemos es externalizando nuestro empleo a una compañía, las cosas pintaban mal.

Una de las necesidades principales era dar asistencia social a los abuelos y bisabuelos que vivían fuera de las grandes ciudades. Nadie podía permitirse contratar a un asistente, a gente que les bañara, les diera paseos, les inyectara la medicina, el intravenoso o les pusiera el orinal. Entonces, si no puedes permitirte pagar por esos servicios, ¿qué haces? Y lo que hicieron fue implementar un sistema des-localizado de moneda complementaria donde te prestas como voluntario para cuidar de una persona mayor en tu zona durante cierta cantidad de horas. A cambio recibes cierto número de créditos que, más adelante, puedes utilizar para que alguien que viva cerca de tus abuelos pueda cuidar de ellos. ¡No había intercambio monetario! Es una moneda que, literalmente, se ha creado a partir del trabajo. Incluso después de que mejorara la economía y de que la gente recuperara sus seguros médicos, los ancianos preferían a los asistentes sociales que venían de la comunidad, y no a los que les mandaban las compañías.

Ahora se avecina algo similar en Estados Unidos, en los sitios donde las cosas van especialmente mal: Detroit, Lansing, Cleveland. Son ciudades que tienen recursos humanos, tienen terrenos y fábricas viejas. Tienen tiempo, tienen energía, pero no tienen dinero, ni son un reclamo para las corporaciones. ¿Qué opción les queda? Implementar una moneda local, hacerse favores mutuos. Yo te arreglo el coche y tú me devuelves el favor más adelante.

Promover negocios que dependen de un préstamo bancario es como decir que no confías en modelos de negocio sostenibles. Cualquier negocio que haya arrancado con un préstamo no es un negocio sostenible, porque ya está metido en el carrusel de la deuda y del interés. Esto es lo que le sigue confundiendo a Obama. Debería decir, Mirad, ya sé que la crisis económica es real; hay préstamos e hipotecas pero vamos a hacer algo al respecto. Lo más importante es que, en vez de gastar 5 billones de dólares del dinero de vuestros bisnietos en estos banqueros que la han cagado, vamos a ver cómo podemos gastar un pelín de dinero para reeducar a las comunidades sobre un desarrollo económico real y sostenible.”

¡Y es fácil! Cuando hablo con economistas, o con banqueros, todos me dicen: “Bueno, eso no funcionaría. Para que ocurra todo eso necesitas un banco que invierta en la comunidad.”

Pero la verdad es que no. No necesitas ningún banco.

 

Notas del equipo de traducción.

1. [La entrevista original se publicó en noviembre del 2011, pocas semanas antes del desalojo de Zucotti Park.]

2. [“Vaal” es un monstruo de un episodio de la serie original de Star Trek que requiere los servicios constantes de sus “alimentadores”, los nativos de un planeta visitado por el Enterprise. Más información en este enlace.]

3. [Es decir, con una tasa de sobrestadía inherente.]

4. [“Paxil” es el nombre comercial de un fármaco antidepresivo e inhibidor selectivo de la recaptura de serotonina. Más información en este enlace.]

5. [Se trata del personaje que aparece en el logotipo de un tipo de copos de avena estadounidense para el desayuno. El logotipo lo diseñó Saul Bass, más conocido por sus secuencias de títulos de películas en los sesenta. Aquí tenéis más información sobre el Quaker Oat Man.]

6. [“Levittown” es el ejemplo arquetípico del suburbio norteamericano. Aquí tenéis un recuento histórico crítico sobre su creación.]

7. [ Nada sagrado en español. Aquí está la web del libro]

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