El ecomodernismo de Juego de Tronos

Pensar que Juego de Tronos se basaba en el cambio climático era razonable, pero la serie de HBO dio un vuelco a esa posibilidad al introducir una solución “tecnológica” en el último momento que, milagrosamente, salvaba el planeta y todo cuanto vivía en él.

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¡¡¡CUIDADO CON LOS SPOILERS!!!

Efectivamente, era razonable pensar que Juego de Tronos se basaba en el cambio climático. El mismo George RR Martin confirmó que en realidad sí existía “un gran paralelismo” entre ambos conceptos. Tal vez sea así en los libros (aunque aún tengamos que esperar a que complete la historia, si es que llega a hacerlo algún día) porque la serie de HBO echó por tierra esa línea argumental por completo.

En teoría, el mensaje que transmite es que no hace falta que abandonemos  nuestras insignificantes discusiones ante la amenaza catastrófica que se avecina ya que en el último momento aparecerá una solución como por arte de magia. Aunque esta pueda ser una crítica algo injusta a un programa que en realidad profundiza en las disputas personales, sigue siendo otro ejemplo de cultura de masas que reafirma una idea de lo más peligrosa, que sea cual sea el peligro existencial al que nos enfrentemos como especie, siempre podremos resolverlo con la magia de nuestro mundo: la tecnología.

La creencia de que los avances tecnológicos acabarán por resolver nuestros problemas sigue siendo hoy tan poderosa como siempre. ¿Y por qué no? Al enfrentarnos a un problema como el colapso planetario es mucho más fácil esperar y desear de forma pasiva que un aparato tecnológico salvaguarde el crecimiento económico a que cambiemos de forma drástica la forma en que existimos como sociedad.

Cabe imaginar que este suceso se introdujo de forma forzosa en el programa para que sus creadores pudieran iniciar otros proyectos. Y es que, hasta el momento en el que el enorme problema se resuelve en un instante, parecía que el programa estaba desarrollando una narrativa en la que sus personajes debían unirse y cambiar su comportamiento radicalmente para poder sobrevivir. Por desgracia, la oportunidad de hacer llegar ese mensaje a los millones de espectadores de la serie se perdió para siempre.

Desde la daga de Arya Stark hasta los ordenadores y los móviles, los aparatos tecnológicos llegan a manos de usuarios que muy a menudo ignoran el proceso de fabricación de dichos objetos. ¿Quién los produjo? ¿Cuál es su coste social y medioambiental? ¿Cómo se transformó la naturaleza en el lugar en el que se extrajeron los materiales para desarrollar un producto tecnológico determinado? La abundancia facilitada por la tecnología que solo unos pocos disfrutan está vinculada a la escasez que sufre un mayor número de personas.

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Esta ilustración fue realizada por Vasilis Kostakis para la mini-exposición en el Berkman Klein Center de la Universidad de Harvard en mayo de 2018. La primera plantilla está basada en el grafiti “Nadie me quiere” (Nobody likes me en inglés) del artista callejero  I♥ (iHeart) en Vancouver, Canadá. La segunda está basada en una foto de World Vision. La última plantilla está basada en una foto de Greenpeace / Natalie Behring.

El ecomodernismo sostiene que los problemas de la escasez y de la degradación medioambiental pueden abordarse mediante el uso de unas tecnologías más eficientes. Ese ha sido el objeto de debate de la ecología política y del blog Entitle (donde se publicó originalmente este artículo). El ecomodernismo ignora las consecuencias de las mejoras en cuanto a eficiencia. La paradoja de Jevons es una contradicción atribuida al economista del siglo XIX Stanley Jevons según la cual una mayor eficiencia tecnológica puede conllevar un aumento del consumo total del recurso.

Por ejemplo, la invención de locomotoras más eficientes abarató el transporte y catalizó la revolución industrial. No obstante, no solo no redujo la tasa de uso de combustibles fósiles sino que la aumentó. Las tecnologías más eficientes usan menos energía y, por tanto, cuestan menos, lo que a menudo nos anima a utilizarlas más, desembocando en un aumento neto del uso de energía. A pesar de que ha habido avances tecnológicos significativos desde los años 70, tanto el uso global de energía como de materiales se han triplicado.

La prolífica autora Ursula K. Leguin afirma en una de sus famosas citas:

“Vivimos en el capitalismo. Su poder parece inexorable. También lo parecía el derecho divino de los reyes. Todo poder humano puede resistirse y cambiarse por seres humanos. La resistencia y el cambio muchas veces empiezan con el arte…”

El arte (y especialmente la ciencia ficción y la fantasía) tiene el poder de desafiar creencias arraigadas y explorar imaginarios radicales que inspiren a la acción. No obstante y por desgracia, la serie Juego de Tronos no cumplió con su cometido.

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Vasilis Kostakis es profesor universitario en TalTech y profesor asociado en Harvard. Es el coordinador del proyecto Cosmolocalism.eu.

Chris Giotitsas es becario de investigación en TalTech y miembro principal de P2P Lab.

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Producido por Guerrilla Translation bajo una Licencia de Producción de Pares.

* Texto traducido por Lara San Mamés, editado por Susa Oñate
* Artículo original publicado en ENTITLE Blog
* Imagen de portada de William Krause